Blog

El ajo es una hortaliza típica de la dieta mediterránea muy apreciada por sus conocidas propiedades, tanto culinarias como médicas.

Pertenece al género Allium que incluye especies ricas en aceites esenciales sulfurados (componentes que contienen azufre) responsables de las propiedades saludables de estos alimentos. Es fácil reconocer estos compuestos por el intenso sabor y olor que caracteriza a los ajos y a otras hortalizas pertenecientes a este grupo como son la cebolla, cebollino o el puerro. Dato por el que esta hortaliza deja su huella en la historia tanto médica como literaria; Miguel de Cervantes reflejaría esta circunstancia en El Quijote de la Mancha aconsejando al escudero Sancho: ‘No comas ajos ni cebollas porque no saquen por el olor tu villanía’.

Su origen se encuentra en Asia Central desde donde se introduce en los países Mediterráneos. A finales del siglo XV, los españoles introdujeron el ajo en el continente americano. Actualmente España es la primera productora Europea y cuarta mundial siendo característico y especialmente apreciado el Ajo morado de las Pedroñeras.

En relación a sus propiedades saludables, el ajo ha sido utilizado a lo largo de la historia como medicina en la prevención y tratamiento de numerosas enfermedades. Sus cualidades terapéuticas (diuréticas, depurativas, antisépticas y antibacterianas) ya eran conocidas por los antiguos egipcios, hebreos, griegos y romanos. En la actualidad y aunque su uso está más asociado al condimento de platos, un número importante de investigaciones avalan los efectos beneficiosos del ajo sobre salud.

Según la Natural Medicines Comprehensive Database que clasifica la eficacia, basada en evidencia científica como eficaz, posiblemente eficaz, posiblemente ineficaz, ineficaz, e insuficiente evidencia el ajo resulta posiblemente eficaz para:

– reducir la presión arterial alta,

-disminuir el riesgo de arteriosclerosis,

– prevenir distintos tipos de cánceres como son el cáncer de colón, recto y estómago,

– el tratamiento de la infección por hongos en la piel.

Un dato muy importante a tener en cuenta es que la eficacia terapéutica y preventiva del ajo depende de su contenido en alicina, sustancia activa derivada de la aliina (compuesto azufrado). La cantidad de este compuesto varía según el método de preparación del ajo, de manera que la forma más saludable” de tomar el ajo sería fresco, en este caso aplastar los ajos frescos ayudaría a liberar más alicina . Por su parte los preparados de ajo a los que se les elimina el olor suelen contener muy poca alicina.

Los estudios señalan, por tanto, que los beneficios del ajo no se extienden a los complementos que se comercializan y que los resultados obtenidos dependen del producto que se utiliza y su contenido en alicina.

En el último tiempo ha aumentado el consumo de ajo negro; se trata de un ajo madurado cuyo proceso de elaboración se basa en una maduración a una determinada humedad y temperatura durante un tiempo.

En un estudio (Sasaki J.I, 2015) se habla de los beneficiosos efectos del ajo negro en temas tumorales, mejoras del sistema inmunológico, algunas alergias, control de la tensión arterial y beneficios para diabéticos entre otros muchos.

Y como dice el refranero español, “Con pan y ajo crudo, se anda seguro”

Belén Rodríguez