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‘Grifoneando’ en el Ripollès

by Tu Gestor de Salud 0 comments

Blog - Grifone de los Pirineos 2015

Tenía muuuchas ganas de llegar y disfrutar del fin de semana tan completo, tanto en el plano deportivo como cultural, que me había preparado Raquel desde el Consell Comarcal. Algo que le da un abono muy importante a esta tierra es que había visto crecer a todo un referente para mí, Albert Bosch. Gran persona, deportista, empresario y aventurero, y uno más de la familia Grifone como integrante del Grifone Team y al que llevaba persiguiendo desde el comienzo del viaje para conocerle y compartir un ratito con él. ¡Ese momento llegaba por fin!

El viernes, después de visitar a Lázaro´s Team, me dirigí con mi querida Gea hacia Ogassa para pernoctar cerca del Prat del Pinter. Allí me recogería Albert al día siguiente para llevarme de ruta de trail running por la montaña.

Cuando llegué ya era prácticamente de noche, y una vez que creía haber localizado el sitio necesitaba mandar la ubicación y contestar un mail, y de nuevo sin cobertura… ¡todo un lío! De vuelta, nueve kilómetros de curvas para llegar a Sant Joan de les Abadesses y poder comunicarme… ¡Vaya jaleo llevo con la cobertura! Por esto, y como Gea es tan discreta, mientras hacía algunas fotos del lugar donde estaba para ubicarme, me paró un chico, majete, ¡y me llamó por mi nombre! ¡Era Edu Bosch! ¡El hermano de Albert! ¡Qué ilusión! Parece que no andaba sola en esas carreterillas, je, je. Como si nos conociéramos de toda la vida, echamos unas risas y seguí en busca del 3G y la cobertura.

albert-boschTrail running con Albert Bosch

Al día siguiente vino a recogerme Albert. Tal cómo me lo imaginaba: atractivo, enérgico y muuuuuy cercano. Nos saludamos muy ilusionados. Con esa sensación, que tienes pocas veces antes de conocer a alguien, de conocerle de toda la vida.

Fuimos desde Coll de Pal, pasando por Puig Estela para llegar al Taga por la Serra Cavallera. Un bonito recorrido de unos 15 kilómetros con 800 metros de desnivel positivo para disfrutar del trail running en terreno blandito (se echaba un poco de menos).

Seguimos una ruta CACO (en el mundillo = caminar-correr), más ca que co… Si yo tengo palique, Albert tiene más que rollo, y entre hablar y correr debíamos respirar, je, je. Hay mil cosas que quiero saber de él y de su vida y de sus aventuras… Quiero exprimirle, ¡pobrecito! Ah, y no me puedo olvidar de Sud, el coach dog de Albert, una preciosa perrita que nos acompañó durante el trayecto.

La ruta fue verdaderamente enriquecedora, además de bonita y con buenas vistas. La verdad es que, aquí, en el Pirineo, mires donde mires encuentras un paisaje precioso. Por un ojo vistas espectaculares hasta el mar y por el otro, el Pirineo más abrupto y el famoso Puigmal, al que ascendería al día siguiente.

Tras la comida en Ogassa con los hermanos Bosch —de nuevo un festín gastronómico—, me despedí de ellos. Ay, qué pena despedirme de Albert. Hay tanto que aprender de alguien así, pero seguiré sus hazañas y sus conferencias, y le volveré a visitar.

De Ripoll a Queralbs

Me dirigí entonces a Ripoll. Desde la oficina de turismo me acompañaron a visitar el centro de interpretación, elmonasterio y el museo etnográfico. En el monasterio, precioso, se podía respirar paz y tranquilidad. ¡Una visita genial! Gracias, chicos, por las completas explicaciones y sumergirme en vuestra historia.

ripollYa que me encontraba en una ciudad, tocaba buscar una tienda de bicis para arreglar Atenea II, que seguía renqueante desde el Solsonès y la tormenta de granizo.

Con todo ya listo, emprendí el camino a Queralbs para conocer el famoso tren cremallera que sube hasta el Vall de Núria. Fue una pena coger el último de la tarde, ya que no pude disfrutar del paisaje… ¡Pero al día siguiente sí! ;-) ¡De nuevo tocaba volaaaaaaaaar y subir alto! Yeaaah!

xaviAscensión al Puigmal

Me levantaba ilusionada, como cada día de la aventura, y con muchas ganas de seguir descubriendo los secretos del Pirineo. Como no podía ser de otra manera, tocaba conocer el Puigmal, de 2.910 m de altura. De nuevo tuve la suerte de subir acompañada.Xavi, gran trail runner a quien conocí en el refugio Rebost, se animó a acompañarme y a darme un poco de caña. Pero esta vez, ¡cómo me mola decirlo!, je, je, le dejé un poquico atrás en el último tramo de la subida y en la bajada. Y todo esto, cómo no, con mucha nieve. Yeah!

[Xavi, sabes que lo escribo con cariño y exagerando un poco. ;-)Necesito que alguien me diga que estoy mejorando, y como ninguno de vosotros me conocíais antes, necesito regalarme un poco los oídos. Así se motiva y sigue entrenando duro una.]

En mi periplo grifonero, la parte deportiva, además de la aventurera y cultural, es muy importante y le da chispa al premio. La prueba de trail running a la que me enfrento esta temporada, la Ultra-Trail du Mont-Blanc, es hasta ahora lo más duro que habré hecho y quiero asumirla con responsabilidad y garantías. Por eso a veces soy un poco exigente en mis salidas al monte. Aunque con poco orden y de una manera muy distinta a lo que en mí es habitual, estoy intentando explotar unos buenos meses de entrenamiento aventurero.

Entre todo este rollo que os he contado (cómo se nota que paso tiempo sola) me dio tiempo a subir y bajar el Puigmal, ¡una cima más de nuestra gran cordillera pirenaica! Casi un tres mil, de los que los lugareños llaman cima de vacas, por eso de ser redondita. Un pico sencillo para subir si se está en forma. El problema, como sucede en estas fechas, fue la nieve, ni mucha para practicar el esquí de montaña, ni tan poca como para andar o correr bien. En determinados lugares no hundíamos hasta la rodilla, cuatro revolcones en la nieve… ¡y a correr! Después de la dura e interminable bajada, cerca de 2.000 metros de desnivel negativo, continuo y técnico, llegamos a Queralbs. ¡Bajada de las que me gustan para dar gaaaaas!¡Ja, ja! Qué inyección de adrenalina y qué gran día de entrenamiento de aventura, compañerismo y descubrimientos. ¡POR ESTO ME GUSTA TANTO LA MONTAÑA!

En contra de mis recomendaciones, me tomo unas cervezas después de la paliza. Eso sí, antes de las birras, unos 300 ml de isotónico y mis secretos nutricionales para recuperarme. ;-) Aun así, no puedo justificarme, y como buena nutricionista tengo que anotar que era pronto para beber alcohol. ¡Que aunque seamos amantes de la cerveza y muchos la utilicéis para rehidratar, el alcohol deshidrata! No obstante, hay que celebrar cosas de vez en cuando y convertirlas en extraordinarias. ¡Brindamos por esta y muchas montañas más!

Descubriendo el Vall de Camprodon

De nuevo a viajar. Seguimos en el Ripollès pero en el Vall de Camprodon. Parada, visita y foto al Monasterio de Sant Joan de les Abadesses. Seguimos la ruta hasta Molló para acceder a un pueblo muy cercano llamado Espinavell y dormir en elrefugio Els Estudis.

Allí me esperaba Eva, dueña del refugio, del restaurante y de la tienda de comestibles del lugar, organizadora de eventos… un todo en uno en Espinavell. Eva, rebosante de energía y con muchas ganas de innovar y crear, es una persona con grandes proyectos y a quien merece la pena visitar. Además, es una buena cocinera: ¡imposible resistirse a sus platos! Nos deleitamos con una exquisita y contundente cena, con la novedad, para mí, de las pilotilles de potro (así las llaman ellos), que estaban para chuparse los dedos.

Con las reservas bien llenas llegó el momento de descansar, porque el domingo Jaume Vila, de Zona BTT, me llevó de ruta con mi querida Atenea II. Y por fin, con buenas sensaciones, me reconcilié con la bici. Amaneció con predicción de tormenta (otra vez no, ¡por favor!), pero al final la mañana nos respetó y tuvimos una ruta muy disfrutona por el precioso valle de Camprodon, desde el refugio Els Estudis en Espinavell hasta Coll Pregon. De vuelta, una paradita en Can Jordi, el restaurante de Eva, para compartir la experiencia, recuperar fuerzas y decir de nuevo adéu.

 

mollo_ripollesMe dirigí entonces a La Costa de Molló, una masía dedicada al turismo rural y cuya propietaria, Ana, ha sido mi jefa, directora de tesis y guía profesional durante seis años en la Unidad de Obesidad de la Paz. ¡Para mí, como una segunda madre! Así que no podía dejar de visitar su preciosa casa y comer con su hija María, su pareja y supeque, que son quienes gestionan la casa en la actualidad. Es un lugar ideal para el relax, el deporte y unas inolvidables vacaciones, y, por qué no, ¡para vivir! Buf, cuántas cosas en que pensar y que valorar durante este viaje…

La lluvia ya no perdonaba y se me echaba encima, pero la visita exprés y pasada por agua al Molló Parc de animales no podía faltar. Una lástima no haber podido disfrutar con más tiempo de la visita, pero lo poco que vi mereció la pena.

Un remanso de paz en Beget

Para terminar mi aventura por el Ripollés, quedaba una visita imprescindible a Beget, un pueblecito de cuento en lo más hondo del valle de Camprodon, dentro de la conocida como Alta Garrotxa. Paraje para desconectar, relajarse, disfrutar de la naturaleza y, cómo no, saborear la buena gastronomía.

En el Hostal el Forn de Beget, establecimiento con una gran historia y tradición familiar que data del año 1586, me invitaron a disfrutar de la localidad y de sus encantos. El lunes, y aunque tocaba día de trabajo (mails, organizar cosas de mi vida y trabajo en Madrid, blog, etc.), la inexistente cobertura y el poco wifi disponible, me obligaron a trabajar lo justo y a tirarme al monte a descubrir las sendas que veía desde el balcón.

vegetacion_ripollesMe descargué una ruta en mi Suunto Ambit 3 Sport y en mi GPS TwoNav que me llevaría desde Beget, pasando por el Oratori de Can Franca y el Coll de Malrem hasta el Puig de Coma Negra, a 1.556 m. Una ruta que parecía sencilla, con algo más de 16 kilómetros y 1.000 m de desnivel positivo, y que se convirtió en otra aventura épica. La subida fue más o menos sencilla, salvando la lluvia, la niebla y los toboganes de piedras y de hojas, pero el lugar era precioso, dentro de bosques muy frondosos. Me habían prometido que vería el mar desde la cima… y sí, vi el mar, pero de nubes, je, je.

Pero, como siempre, y como si de Dora la exploradora se tratara, me quedé encantada con mi nuevo descubrimiento e inicié la bajada. Aquí llegó el problema: a veces no te puedes fiar de lostracks que descargas en internet y que, realizados por autóctonos, muestran caminos alternativos. Campo a través por lo que parecían sendas para reptiles en medio de la selva, así se amenizaron los ocho kilómetros de vuelta… ¡y yo que pensaba que la bajada sería rápida! ¡Menudo lío de zarzas, sendas que no existen, puntos rosas que desaparecen y vuelven aparecer! Porque en el camino me encontré con dos jabalíes, que si no, podría haber afirmado con seguridad que estaba en la selva amazónica. ;-) ¡Este Pirineo no deja de sorprenderme!

A la llegada me esperaba la familia del Hostal el Forn de Beget, con los abuelos ya algo preocupados. Es bonito ver cómo según avanzo en el viaje voy dejando mi huella en cada lugar y me voy llevando pedacitos de los lugareños. ¡Qué gran vivencia!

¡Y con esto y un hasta pronto me despido de los ripolleses!

 

¡Seguimos grifoneando!

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